En este punto conviene afinar cada categoría para definir varios modos de falsear la realidad:
Ficto-documentales: es el documento ficticio, generalmente humorístico, que exhibe serlo por el anacronismo de su montaje y se ilustra a si mismo en Forest Gump cuyo personaje aparece junto a John Lennon y Richard Nixon o la parte de la hoja Kodar sobre las obras de Picasso en F for fake, No hay fraude pues la ficción es lúcida.
Fraudocumentales: se denomina fraudocumentales a los que utilizan deliberadamente los efectos Bazing del contagio de lo real para hacer pasar por verídica una mentira con fines no lúdicos sino de propaganda. Este género lo ejemplifica Muhamad Bakri e famoso actor y director israelí que produje Jenin, Jenin sobre el llamado genocidio en Jenin contra mujeres y niños por Israel. En el filme, premiado y aclamado se describen situaciones tan graves como una fosa común llena de cientos de cadáveres de civiles palestinos. Después resultó que el director hizo un collage de imágenes de tanques y entrevistó al director de un hospital, supuestamente destruido, quien en otro documental que fue hecho poco después declara que apenas hubo un leve impacto en un muro. No hay datos de esos cientos de víctimas ni se ofrecen pruebas de los hechos que se imputan. Amnistía internacional y una comisión de investigación de la ONU testificaron que no existió tal "masacre de Jenin", pues los muertos fueron unas decenas casi todos combatientes de ambos lados, habiendo, si 6 víctimas palestinas, no quinientos ni ochocientos. Bakri reconoció públicamente haber falseado escenas e información y está demandado por los soldados isralíes cuyos rostros utilizó en un montaje.
Falsografía: Surgió a la fama gracias al fotógrafo libanés Adnan Hajj de Reuter quien, en agosto de 2006 buscando primera plana, clona manchas de humo con photoshop sobre Beirut para multiplicar el impacto mediático del ataque israelí.
Hay mentiras inocentes que retocan el acné o pintan el iris de quien cerró los ojos en el instante de la foto, que adelgazan a la modelo o afinan sus rasgos en close up. Pero cuando se trata de fotografía noticiosa, los retoques tienen otras consecuencias y la situación cambia radicalmente. Truquear una foto como lo hizo Adnan Hajj además de tramposa y panfletaria, contribuyó a inflamar los animos en torno a ese conflicto. Entre otras fotos confeccionadas por Hajj con photoshop para Reuters está la del aeropuerto de Beirut ardiendo por misiles israelies y la de supuestas bombas lanzadas por Israel sobre Beirut que en realidad eran señuelos lanzados para engañar los cohetes antimisiles de Hezbolla.
Gracias a las revelaciones de los bloggeros que lo detectaron y denunciaron, Reuters se vio obligado a despedir al fotografo a eliminar 920 fotos de Hajj de su archivo.
Timo-reportajes: La escena filmada por Talal Abu Rahme del niño andura, como lo permite suponer el tripie en la escena y el movimiento del hombro del niño supuestamente muerto, ilustra el género del timo-reportaje pues convence precisamente por el doble efecto “bazing” que el autor calcula aplicará ingenuamente el espectador:
Si el niño fue fotografiado, el asesinato tuvo que haber ocurrido y a la inversa, si el niño parece real, la fotografía tendría que ser verdadera. De ahí que al momento de transmitirse el efecto del video es inmediato, en caliente, y las erratas postfactum que desmienten el engaño a nadie interesan por ser extemporáneas y muy poco impactantes. Lo fugas de la noticia trivializa el engaño, aunque el encono que genera permanesca por muchas generaciones.
Hay varias formas de explicar la popularidad de estos nuevos géneros que se han denominado irónicamente palliwood y Hezbolliwood y una es esta pulsión escópica particularmente intensa en torno al conflicto árabe-israelí entre los medios noticiosos occidentales, siempre pendientes al menor incidente a esta zona, mientras ignoran sistemáticamente el abuso y el genocidio en los continentes africano y asiático. ¡Será porque los héroes y villanos están bien delineados, incluso proverbialmente que izquierdas y derechas ocurran en sus enconos lo que hace de cualquier noticia real o ficticia se fundan y se pague bien! Habría que agregar quizá consideraciones como la composición demográfica de receptores potenciales de tales crónicas, prejuicios y fobias endémicas milenarias además de entender sensibilidades étnicas y religiosas especialmente inflamables. En conjunto estos factores crean la necesidad de movilización de los ciudadanos para exigir reportajes más informativos y certeros, así como menos panfletarios y sentimentalizados a la vez que insistir en la obligación de las empresas noticiosas globales de distinguir entre noticia y propaganda y de verificar sus fuentes. Tal necesidad ha sido reconocida y asumida por numerosos bloggers cuya labor independiente y acuciosa resulta hoy invaluable ante monopolios de la información.
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