Preiconográfico: Es una taza gigante, volando con un anexo largo que se sostiene de la oreja.
Iconográfico: Esta taza tiene un anexo al cual le llamamos inexplicable porque no entendemos por qué es que está ahí, aunque paradójicamente es el que le da soporte a la pintura. El cuadro tiene las proporciones áureas; Construimos el cuadrado en la parte superior del cuadro, el lado inferior coincide con la línea del horizonte y dibujamos el arco y se repite el proceso en el rectángulo áureo que queda al eliminar el cuadrado, tomamos dos rectángulos que tienen la proporción áurea (la misma que el cuadro). Esto se puede comprobar fácilmente ya que los tres rectángulos, el cuadro completo y los dos nuevos comparten la diagonal. Finalmente la sombra que parece no tener nada que ver, es la que traza el principio de la espiral aurea (1.618) y tomando como referencia los cuadros antes trazados es como podemos completar la figura.
Iconológico: Esta imagen hecha en 1944, se puede considerar como un homenaje al rectángulo aureo, con un toque de humor. Se sabe que Eugenio Salvador Domingo Felipe Jacinto Dalí Domenech era un genio incomprendido y muchas veces no se alcanzaba a entender lo que en realidad pretendía con sus obras y actos. Mucho de esto es explicable gracias a la sección aurea. Aquí no sólo se puede descomponer el cuadro en una serie de rectángulos áureos sino que, además, los diferentes elementos de la pintura son la clave que permite reconstruir estos rectángulos. A partir del diseño de la taza se obtiene una sucesión de rectángulos áureos que nos conduce a una espiral perfecta la cual termina en la sombra negra de la parte alta de la pintura. Ese “anexo inexplicable” es, en realidad, perfectamente explicable: las dimensiones del cuadro (50 × 31 centímetros) cumplen con la divina proporción, siendo tal anexo el elemento que justifica dichas dimensiones. Dali explicaba la existencia de Dios a partir del número "Phi" (1.618) o divina proporción, este número fue usado en diferentes pinturas del llamado "renacimiento", y esto era por su carácter divino y el sentido de perfección que el artista pretendía plasmar en su obra. Aquí observamos la perfección a partir de lo inexplicable.
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